Ella se sentía perdida, inmersa en el día a día, en la rutina del quehacer, no se daba cuenta de cuándo y cuánto necesitaba sanar.
Pasaban sus días en el deambular: levantarse, prepararse, trabajar, socializar de vez en cuando, unas veces por placer otras por compromiso y así iba pasando vida.
Un día, luego de mucho ajetreo y mucha presión, tocó fondo.
Tuvo un ataque de ansiedad en el que no podía respirar y aceptó, por insistencia de una amiga, unirse a un grupo de apoyo.
Al principio se sintió algo desubicada, sentía que perdía el tiempo ahí, luego se fue abriendo y descubriendo cuanto tenía que sanar, cuanto tenía por dar y recibir.
Hoy en día sigue en su rutina, pero lo ve desde otra perspectiva, se le nota más ligera más plena… ¡Había encontrado su comunidad!
Necesitamos abrirnos y entre todas construir un aprendizaje colectivo que nos ayude a mirar con los ojos de las otras y desde ahí ampliar la mirada propia.
Reflexionaremos juntas sobre:
- ¿Qué te dejaron las reuniones con las profesionales que tuvimos?
- ¿Pudiste leer alguno de los libros propuestos y aportar alguna reflexión?
- ¿Pudiste ver alguna de las películas o series propuestas y aportar alguna reflexión?
- ¿Qué aplicarás de ahora en adelante para prevenir y enfrentar mejor la depresión?